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El Gran Teatro del Liceo


El Gran Teatro del Liceo es un símbolo de la burguesía catalana donde durante muchos años era más importante la vida social que transcurría en los palcos como la ópera que se representaba. La sociedad civil ha sido siempre la valedora de este Coliseo que ha sido protagonista de la ópera europea. Hoy, el “Liceo de todos” es una fábrica de sueños en la que la tradición, la modernidad y las grandes voces son protagonistas.

Como si de una magna representación de ópera se tratara, el fuego invadió el Gran Teatro del Liceo el último día de enero de 1994. Sin esperar que se apagaran las brasas, la sociedad civil catalana ya pensaba en proyectos para levantar un nuevo Liceo en el mismo emplazamiento mítico de La Rambla de les Flors. Se iba a levantar el nuevo teatro siguiendo los criterios del siglo XIX que hacían de la sala un majestuoso escenario con el entapizado rojo de las butacas y las doradas ornamentaciones elaboradas por jóvenes artesanos a partir de fotografías antiguas. Pero esta vez la tradición se une a la tecnología del nuevo siglo y tras el telón se esconde una auténtica obra de arte de ingeniería. El edificio es una obra de 96 metros de altura, la mayor parte de ella bajo tierra (los cimientos bajan hasta una profundidad de 56 metros). El escenario es una gran superficie que consta de dos plataformas móviles y en la torre escénica, de 70 metros de altura (11 más que el monumento a Colón) se pueden montar tres escenografías de óperas al mismo tiempo.

La tradición operística en Cataluña se remonta a la llegada del Archiduque Carlos de Austria, quien durante la Guerra de Sucesión (1702-1711) estableció en Barcelona una pequeña corte. La primera ópera se representa con motivo de su boda con Isabel Cristina de Brunsvic-Wolfenbütel en la Llotja de Barcelona y la obra era Il piè bel nome .

El Liceo nace en 1837 cuando la Sociedad Dramática de aficionados, que pretendía recaudar fondos para financiar la Milicia Nacional, crea en el convento de Montsió, situado en el Portal del Ángel de Barcelona, el Liceo Filarmónico Dramático de S.M. Isabel II. Esta institución quería promover la enseñanza musical así como organizar representaciones escénicas, tanto de teatro como de ópera. Pronto se hizo pequeño el convento y diez años más tarde se compró el convento de los trinitarios y locales adyacentes donde se construyó el nuevo edificio que albergaría la Institución Filarmónica, con las cátedras docentes, y un gran teatro actual en su emplazamiento actual, el centro de La Rambla, en pleno corazón de la ciudad condal. Su arquitecto fue Miguel Garriga i Roca quien decidió crear un edificio que respondiera a las formas canónicas de los teatros italianos, es decir, con la planta de la sala en arco de herradura, con platea y seis pisos. En aquel momento el Liceo era el teatro más grande de Europa, con capacidad para 4.000 personas. La historia de incendios y desgracias de este teatro le han acompañado desde sus orígenes. El 9 de abril de 1861, un incendio destruyó la sala y el escenario. Reconstruido en el tiempo récord de un año por el arquitecto Josep Oriol Mestres, discípulo del primero, pronto volvió a lucir todo su esplendor.

Con la inauguración del Liceo por parte de la Familia Real en pleno, con excepción de la Infanta Cristina que había sido madre recientemente, se recupera con exactitud la imagen ornamental que nos había sido legada por la tradición y se incorpora la nueva tecnología aportada por una sociedad preparada para el futuro. Se abre el telón de un nuevo teatro que convierte a la ciudad de Barcelona y por extensión a Cataluña y a España, en un centro de cultura y expresión artística mundial.

Publicado en la revista España Real , marzo de 2000