Palabras del Príncipe Felipe en el homenaje del 70 cumpleaños del Rey, 9 de enero de 2008

Majestades, Autoridades, Distinguidos invitados,

Pido la venia, rompiendo el protocolo, para intervenir en esta celebración. Y lo hago por supuesto como Heredero de la Corona, pero sobre todo como hijo y en representación de la familia, que también está aquí presente. Así deben entenderse mis palabras.

Nos encontramos festejando públicamente tus 70 años de vida cuando afortunadamente sigues lleno de vitalidad y ganas de continuar en la brecha. No es un acontecimiento político en términos estrictos, pero al echar una mirada a nuestro alrededor, a las personas reunidas en este Patio de los Austrias (del Palacio de El Pardo), es fácil darse cuenta inmediatamente de que sí es, por otra parte, un acontecimiento relevante que te hayas querido rodear de precisamente estas (450) personas tan especiales.

No nos convocas para una gran fiesta, cosa que por lo demás no suele ser de tu agrado, pero sí en cambio para expresar la voluntad y el deseo claro de compartir un acontecimiento humano, alegre y “casi” privado, con muchos de los que te han acompañado o acompañan ahora en la conducción de la vida pública, institucional y política de España durante tu reinado, especialmente a lo largo de los más de 30 años de democracia que llevamos vividos.

Este es tu estilo, tu particular manera de “vestir” llana y dignaménte tus 70 años: con generosidad, sin pretensiones, con la mano tendida y los brazos abiertos y,... también -todo sea dicho- con el andar un poco ralentizado por el peso de la experiencia pero sin perder esa chispa, siempre dispuesta para el humor, la intuición y el coraje, que siempre has demostrado, hasta en los momentos más difíciles.

Reconozcámoslo, siempre dentro de un orden, te gusta la improvisación propia de estas latitudes, la sorpresa y cambiar el paso de vez en cuando; aunque huyas del desorden, la arbitrariedad y la imprevisión.

Intuyo, como todos los que te conocen, que estarás ya un poco cansado -aunque muy agradecido- de tanta felicitación y sabemos que las celebraciones te gustan sobrias y discretas. Ahora bien, como jefe del Estado aceptas que muchos deseen alegrarse contigo por tus estupendas 70 primaveras. Así que los aquí presentes esta noche representan de alguna manera a todos los españoles que quieren acompañarte y desearte un feliz cumpleaños.

Pues con todo cariño te digo: Gracias por favorecer que podamos celebrar de esta manera un aniversario tan significativo para la vida de cualquier persona; gracias por hacernos recordar permanentemente la gratitud que debemos hacia todos los presentes -y a tantos otros que no pueden estarlo. Representan a los hombres y mujeres que desde todos los rincones de nuestro país y con diversas responsabilidades han dedicado sus mejores esfuerzos para sacar adelante a España en Democracia, Libertad y bienestar, bajo nuestra Carta Magna de 1978.

Y gracias, querido Patrón -como nos gusta llamarte, tal y como le llamabais los hermanos a vuestro padre, nuestro querido Abuelo- por tu permanente ejemplo de vida intensa entregada al servicio de la nación. Ese es el legado que vas conformando día a día y que se convierte sin duda alguna en “carta de navegación” fiable para los que te seguimos en la vida y damos continuidad a tu vocación, para los que te admiramos y te queremos.

Permíteme añadir que si para leer e interpretar correctamente cualquier carta náutica recurrimos a la leyenda, esa la encontramos impecable en tu leal y dedicada mujer, nuestra querida madre, que en unos meses también te acompañará con su 70 aniversario.

Muchas felicidades en nombre de tus hijos y familia. Y te pido permiso para ser portador del gran abrazo que todos te dan por este cumpleaños y te diga: ¡que cumplas muchos más! y que con cada uno sigas creciendo en sabiduría y felicidad.


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