Renuncia de Don Juan de Borbón a los Derechos Dinásticos, 14 de mayo de 1977
Por circunstancias especiales de todos conocidas recayó sobre mí este depósito sagrado y el Rey Alfonso XIII, el 15 de enero de 1941, en su manifiesto de abdicación, decía: "Ofrezco a mi Patria la renuncia de mis derechos para que por ley histórica de sucesión a la Corona quede automáticamente designado, sin discusión posible en cuanto a la legitimidad, mi hijo el Príncipe Don Juan, que encarna en su persona la institución monárquica y que será el día de mañana, cuando España lo juzgue oportuno, el Rey de todos los españoles". En su testamento recomendó a su familia que me reconociesen como Jefe de la Familia Real, como siempre le había correspondido al Rey en la Monarquía española. Cuando llegó la hora de su muerte, con plena conciencia de sus actos, invocando el santo nombre de Dios, pidiendo perdón y perdonando a todos, me dio, estando de rodillas, junto a su lecho, el último mandato: "Majestad: sobre todo, España". El 28 de febrero de 1941 yo tenía ventisiete años. No se habían cumplido
todavía dos desde la terminación de nuestra guerra civil y el mundo se sumergía
en la mayor conflagración que ha conocido la Historia. Allí, en Roma, asumí el legado
histórico de la Monarquía española, que recibía de mi padre. Fiel a estos principios, durante treinta y seis años he venido sosteniendo invariablemente que la institución monárquica ha de adecuarse a las realidades sociales que los tiempos demandan; que el Rey tenía que ejercer un poder arbitral por encima de los partidos políticos y clases sociales sin distinciones; que la Monarquía tenía que ser un Estado de Derecho, en el que gobernantes y gobernados han de estar sometidos a las leyes dictadas por los organismos legislativos constituidos por una auténtica representación del pueblo español, había que respetar el ejercicio y la práctica de las otras religiones dentro de un régimen de libertad de cultos, como estableció el Concilio Vaticano II; y, finalmente, que España, por su historia y por su presente, tiene derecho a participar destacadamente en el concierto de las naciones del mundo civilizado. No siempre este mi pensamiento político llegó exactamente a conocimiento de los españoles
a pesar de haber estado en todo momento presidido por el mejor deseo de servir a España. También
sobre mi persona y sobre la Monarquía se vertieron toda clase de juicios adversos, pero hoy
veo con satisfacción que el tiempo los está rectificando. ¡Majestad, por España, todo por España, viva España, viva el Rey!. Contexto: Aquí se puede visualizar el vídeo de la renuncia de Don Juan. Obsérvese la emotividad del momento, el sonido del taconazo de Don Juan al cuadrarse y la inclinación de cabeza ante su Rey y posteriormente el abrazo a su hijo.
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