La cultura de un país o grupo se puede ver como un flujo continuo, con
energías creativas de nuevos talentos contribuyendo al cambio. En un
momento determinado, la cultura es una compleja amalgama de glorias pasadas
y de tendencias de vanguardia.
Esto es válido para cualquier sociedad; pero pocas sociedades como la
española poseen una cultura tan cercana a la realidad del día a día y a la
vez tan profundamente arraigada en la tradición popular. Los grandes
nombres de las artes españolas han sido personajes fuertes, con valor
suficiente para romper con las normas establecidas, y se han envuelto en la
sociedad en la que vivían y a la que reflejaban. Piénsese en Goya y
Velázquez en la pintura, Cervantes y Quevedo en literatura, Falla y Albéniz
en música.
Este carácter tan español ha levantado una cultura auténticamente
española, cuya herencia se ha enriquecido por las muchas influencias externas de las
que ha sido objeto en el transcurso de su larga historia. La posición
geográfica de la Península Ibérica la ha convertido en un puente natural
entre las culturas del norte y sur de Europa y África. Las vicisitudes de
la historia la han transformado en un punto de encuentro para muchas
culturas diferentes. Por ello, su herencia cultural ofrece gran riqueza y
diversidad, y se observa en ella la huella humana de un pasado intenso y
agitado. También es destacable la riqueza pluricultural de España gracias a las
comunidades autónomas que la integran y aportan una lengua, una tradición y una cultura
propia enriqueciendo la fuente cultural de todos los españoles.
También se integra a la cultura española la estrecha relación que se conserva
con los pueblos Sudamericanos que integraron el antaño glorioso Imperio Español.
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