Pocas instituciones de poder han durado tanto como la de los faraones
en Egipto. Durante casi 3000 años se fueron sucediendo en el
trono del país del Nilo faraones de 30 dinastías diferentes.
Actualmente los historiadores consideran el año 3065 a.C como
el inicio predinástico.
Un faraón recibía el día de la coronación
cinco nombres que componían su título formal. Hoy en día
utilizamos el quinto para nombrarlos, aunque según parece, ellos
utilizaban el cuarto.
Las insignias del faraón
Una vez coronado, el faraón debía manifestar su posición
a través de una serie de símbolos externos. En referencia
al dios Osiris, por ejemplo, durante audiencias y ceremonias religiosas
el faraón sostenía entrecruzados el látigo de trillar
el maíz, y el báculo de los pastores.
Según la ocasión, utilizaba un tocado u otro. Habitualmente
cubría su cabeza con el nemes (1) , un pañuelo de rayas
que le caía sobre los hombros. Los días de fiesta, en
cambio, se ponía la corona azul o kepres (2).
La corona blanca (3) era la corona del Alto Egipto, mientras que la corona
roja (4) era la del Bajo Egipto. Unidas formaban la doble corona o pschent,
(5) símbolo del reino unido.
En la frente el ureus, una especie de diadema con la figura de una cobra,
le protegía de sus enemigos.
El poder político del faraón
La misión del faraón como poder político era la
de conducir a su pueblo hacia el más allá. Por eso, debía
regir el país conforme a la ley de Maat (diosa de la justicia),
cuidando de que sus súbditos también la cumplieran.
Para ello el faraón contaba con una serie de ministros, escribas,
secretarios, etc. El más importante de todos ellos era el visir,
una especie de primer ministro que acompañaba al faraón
constantemente.
El poder militar
El faraón era la máxima autoridad en el ejército.
Desde muy pequeño, el aspirante al trono era entrenado con la
espada y con el arco, se le llevaba a cazar leones... En caso de guerra,
el faraón no podía quedarse en palacio mientras sus hombres
luchaban. Él, como cabeza del reino, debía ser el primero
en presentarse en el campo de batalla.
El sumo sacerdote
El cargo del faraón implicaba así mismo convertirse en
sumo sacerdote del reino. Como tal, debía construir, restaurar
y mantener los templos de todo el reino, procurando que se cumplieran
los oficios religiosos establecidos.
También tenía que presidir y celebrar ceremonias diversas
para solicitar favores de los dioses, para dar gracias por la crecida,
etc
La divinidad del faraón
Se le consideraba la representación en la tierra de todos los
dioses. Especialmente se le identificaba con Horus, el dios real, aunque
a veces también con Ra, dios del sol. Una vez muerto, pasaba
a identificarse con Osiris.
Muy pocos faraones fueron considerados como un dios en sí mismos.
Éste es el caso de Ramsés, por ejemplo, que construyó
un templo en su honor (en Abu Simbel).
La familia real
Era muy importante que el faraón se asegurara la sucesión.
Por eso tenía varias esposas, de las que sólo una era
considerada como reina, y recibía el nombre de Gran Esposa Real.
Cuando una Gran Esposa Real moría, el faraón escogía
a otra de entre sus mujeres para que la sucediera.
Una práctica habitual entre los soberanos era casarse con sus
propias hermanas, e incluso hijas, igual que los dioses se casaban con
su propia familia. Ésto se hacía para fortalecer la pureza
de la sangre real.
También era algo habitual que el faraón adoptase los hijos
de los nobles para incluirlos en el grupo de jóvenes entre los
que tendría que escoger un heredero.
Autora del texto: Isis
Para ampliar la información se recomienda visitar Faraones,
con detalles de las diferentes dinastías y detalles históricos
de gran interés.
Reproducido con autorización de la autora.
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