Discurso de Navidad 2004
Discurso de Navidad 2003
Discurso de Navidad 2002
Discurso de Navidad 2001
Discurso de Navidad 2000
Discurso de Navidad 1999
Discurso de Navidad 1998
Discurso de Navidad 2004
Una sociedad abierta, madura y moderna como la española, una democracia estable como la nuestra, necesita mantener instituciones sólidas y debidamente apoyadas, así como fomentar los planteamientos integradores.
Los españoles piden que sigamos construyendo juntos y con la misma ilusión, una España mejor cada día.
Todos los años espero este momento con gran ilusión, pues me permite dirigirme a vosotros en la Nochebuena y desearos de corazón, junto a mi Familia, paz, alegría y prosperidad.
Nuestro mayor afecto y comprensión se dirigen, en particular, a quienes sufren por cualquier causa en estas fechas tan emotivas y familiares.
Unos sentimientos que, junto a nuestra cercanía, apoyo y solidaridad, deseamos expresar muy especialmente a los familiares de las víctimas de los abominables atentados terroristas del pasado once de marzo y a cuantos heridos causó esa enorme tragedia.
Aquel día toda España lloró con rabia y dolor, de forma unida y solidaria, a sus ciento noventa y dos ciudadanos que tan brutalmente perdieron la vida.
Dedicamos un emocionado homenaje a todas las víctimas del terrorismo y a sus familias que merecen nuestra mayor entrega.
Nuestros corazones siempre permanecerán ligados a su memoria. Su recuerdo, y el sufrimiento de tantos heridos, nos deben llevar a reforzar nuestra unidad para acabar con el terrorismo, con sus intolerables asesinatos, amenazas y extorsiones, desde la fortaleza del Estado de Derecho y la cooperación internacional. Contamos para ello con la abnegada labor de la Justicia y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que se entregan día y noche -y esta noche también- a la defensa de nuestros derechos y libertades.
Estos días de Navidad son propicios para la reflexión serena y constructiva.
No podemos mirar hacia delante sin antes recordar cómo hemos logrado construir la España plural y diversa que hoy disfrutamos.
En poco más de una generación, con gran esfuerzo, de manera responsable y generosa, los españoles hemos forjado el más largo período de convivencia democrática y crecimiento de nuestra Historia.
Como dije hace poco más de un año, las profundas transformaciones vividas por España no hubieran sido posibles, ni tampoco lo serían hoy en día, sin la estabilidad política, social y económica que asegura la vigencia y el respeto de nuestra Constitución.
Veintiséis años de estabilidad y prosperidad en democracia es, sin embargo, un periodo corto, comparado con el vivido por las Naciones más avanzadas de nuestro entorno.
Tenemos la responsabilidad de consolidar y ampliar lo que juntos hemos conseguido.
Estoy convencido de la voluntad y capacidad de los españoles para seguir trabajando en dicha dirección.
En esa tarea, la Corona no escatimará esfuerzos. Siempre alentará y preservará la unión solidaria de las diversas tierras de España; trabajará con tenacidad para armonizar intereses, moderar y arbitrar el funcionamiento de las Instituciones, y fomentar el interés general por encima de ambiciones particulares.
Mantengamos los principios y valores de nuestra Constitución y el preciado consenso en que se basa.
Tras las elecciones generales del pasado mes de marzo, se abría una nueva Legislatura y un Gobierno era relevado por otro de distinto signo político, ambos guiados por el afán de servir leal y eficazmente a España.
La alternancia política es siempre escenario de nuevos proyectos y debates. Debatir es algo propio del buen funcionamiento de toda democracia. Las diferencias políticas deben resolverse con prudencia, buscando la concordia y el interés colectivo, dentro del respeto a la Constitución.
Una sociedad abierta, madura y moderna como la española, una democracia estable como la nuestra, necesita mantener instituciones sólidas y debidamente apoyadas, así como fomentar los planteamientos integradores.
Los españoles piden que sigamos construyendo juntos y con la misma ilusión, una España mejor cada día.
Un país socialmente más justo, que crezca en bienestar individual y colectivo, con más y mejor empleo, mayor seguridad ciudadana, y más amplias prestaciones sanitarias y sociales.
También demandan viviendas asequibles, un entorno natural protegido y un creciente esfuerzo investigador.
Una España que asegure la efectiva igualdad de derechos y oportunidades para todos, la plena equiparación de hombres y mujeres, y una justicia con recursos para ser más ágil y eficiente.
Al mismo tiempo, la sociedad española reclama erradicar las causas de pobreza, marginación y exclusión social, proteger y asistir a menores y discapacitados, y proporcionar a nuestros mayores la atención y amparo que merecen.
Destinemos los mejores esfuerzos contra la droga y sus efectos devastadores y colaboremos para reducir los accidentes de circulación que tantas muertes y heridos provocan. Miles de voluntarios, en éstos y en otros campos, nos dan el ejemplo de su generosa labor al servicio de los demás.
Valoremos el trabajo de los inmigrantes venidos a nuestro país en busca de mejores condiciones de vida, y que contribuyen a nuestro desarrollo económico y social.
Deseo expresar mi reconocimiento a las familias españolas. Constituyen un soporte básico para transmitir nuestra identidad, cultura y tradiciones, así como valores éticos, morales o religiosos, conforme a sus creencias. El futuro de España requiere una sustancial mejora de los niveles educativos de sus hijos, lo que reclama la estrecha y respetuosa cooperación entre autoridades, padres, profesores y alumnos.
España se juega su seguridad y bienestar, en buena medida, fuera de nuestras fronteras. Trabajemos unidos para desarrollar nuestras relaciones internacionales pues, al sumar fuerzas, fortalecemos la credibilidad y eficacia de nuestra política exterior en la defensa de nuestros intereses.
Dirigimos nuestro reconocimiento y gratitud a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, Cuerpos de Seguridad, Servicio Exterior y Cooperantes que, lejos de sus familias, trabajan al servicio de la paz, la cooperación y el bienestar de tantos países en el mundo.
Damos nuestra más cordial bienvenida a los diez nuevos Estados que este año se incorporaron a la Unión Europea. El próximo año se inicia con la ratificación del Tratado que establece una Constitución para Europa. Como españoles y como europeos, debemos abordar con altura de miras las oportunidades y responsabilidades que dicho Tratado nos plantea.
La Cumbre Iberoamericana de Salamanca, a celebrar los días 14 y 15 de octubre de 2005, nos permitirá reforzar nuestros lazos con la Naciones hermanas del otro lado del Atlántico. Un mes más tarde, el 29 de noviembre, los países mediterráneos y europeos se reunirán en la Ciudad Condal en una Cumbre del Proceso de Barcelona. Deseamos ayudar leal y eficazmente al logro de la paz en Oriente Medio.
Me llena de orgullo la ilusión colectiva de los españoles ante los grandes acontecimientos culturales o deportivos que se celebran en España. Hemos acogido con gran alegría la designación de Valencia para la Copa América de Vela 2007 y la más reciente elección de Zaragoza para la Exposición Internacional de 2008. Iniciamos un año marcado, entre otros eventos, por el Cuarto Centenario de El Quijote y por los Juegos Mediterráneos de Almería. Ahora debemos trabajar codo con codo en favor de la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012.
España, como Nación labrada durante siglos por nuestros antepasados, es la tierra a la que pertenecemos y el hogar común que, progresivamente, hemos ido mejorando. Una tierra que encierra un cúmulo de riquezas históricas, artísticas, culturales y lingüísticas, así como tradiciones y valores, que debemos proteger y promover.
Servir al bien de España y de todos los españoles, es el norte que inspira la labor de la Corona. Una labor que me estimula a diario y por la que siempre estaré dispuesto a entregar lo mejor de mí mismo para poder dejar un país aún mejor a las generaciones venideras. Una labor, además, con la que los Príncipes de Asturias sellaron un firme compromiso de continuidad con motivo de su enlace.
Tenemos un país envidiable, capaz de alcanzar nuevas metas si ponemos la voluntad y los medios necesarios para ello, desde el respeto a nuestras normas de convivencia democrática.
Al ser España nuestra patria común, todos debemos contribuir con ilusión, desde el entendimiento y la concordia, a asegurar su futuro.
A todos los españoles, especialmente a quienes os encontráis fuera de nuestras fronteras y a los extranjeros que residís con nosotros, todo mi afecto y mis mejores deseos de felicidad para esta Navidad, y de paz y bienestar para el Año Nuevo.
Buenas noches.
Discurso de Navidad 2003
España es hoy un Estado abierto, moderno,
dinámico, integrado en la Unión Europea y plenamente capaz
de afrontar con éxito las transformaciones que nos plantea el
mundo en que vivimos. Unidos no nos faltará la capacidad necesaria
para mantener el progreso, la paz y seguridad que entre todos hemos
conseguido.
Como todos los años, me acerco a vuestros hogares,
en estos entrañables momentos de la Nochebuena, para transmitiros
mi afecto y compartir con todos vosotros unos momentos de reflexión.
Mi Familia se une a mí para desearos de corazón,
a todos y a cada uno de los españoles, una muy feliz Navidad
en compañía de vuestros seres más queridos.
Nuestro más profundo afecto se dirige esta noche
a quienes padecen dolor o especiales dificultades personales, familiares
o laborales que sólo deseamos puedan ser pronto superadas.
Nuestra gratitud hacia todos aquellos que, con su sacrificado
trabajo, aseguran en estas Fiestas, y en todo momento, nuestra seguridad,
salud y bienestar.
Que en el año nuevo 2004 sigamos avanzando juntos
por la senda de la paz, la estabilidad, la libertad y la prosperidad
de que disfrutamos y que, con tanto esfuerzo, hemos alcanzado.
Acabamos de conmemorar el Vigésimo Quinto Aniversario
de nuestra Norma Fundamental, el cimiento básico sobre el que
descansa nuestra convivencia. Con tal motivo, tuve la oportunidad de
subrayar en las Cortes el valor sustancial de nuestra Constitución,
fruto del más amplio consenso nunca alcanzado entre los españoles,
que ha sido la clave de nuestra modernización, y es la base de
nuestro actual progreso.
Sin la estabilidad política, social y económica
que nos proporcionan el respeto y vigencia de nuestra Constitución,
no podría explicarse lo mucho que hemos avanzado, y el grado
de bienestar de que disfruta la sociedad española.
Gracias a nuestra Norma Fundamental, España
constituye una realidad de libertad y progreso en común para
cuantos la integramos dentro del respeto a nuestra rica pluralidad y
diversidad. Para afrontar con éxito nuestro porvenir, tenemos que
preservar unidos los valores, reglas, principios y el espíritu
integrador de nuestra Constitución, que deben regir nuestra vida
pública y el funcionamiento de nuestras instituciones.
Quienes amamos la paz y la democracia, tenemos contraída
una impagable deuda de afecto, respeto y solidaridad con las víctimas
del terrorismo y con sus familias. Además de perseguir el terrorismo
con firmeza desde el Estado de Derecho y la cooperación internacional,
trabajemos juntos para poner fin a sus amenazas y coacciones, y ganemos
así el futuro mejor que todos merecemos.
España es hoy un Estado abierto, moderno, dinámico,
integrado en la Unión Europea y plenamente capaz de afrontar
con éxito las transformaciones que nos plantea el mundo en que
vivimos. Unidos no nos faltará la capacidad necesaria para mantener
el progreso, la paz y seguridad que entre todos hemos conseguido.
Este año España ha seguido creciendo.
Debemos mantener ese rumbo animados por una visión solidaria
del progreso económico, mejorando las condiciones de vida de
todos, perfeccionando la protección social y la cobertura sanitaria,
reforzando el empleo y el potencial de nuestro sistema educativo y cultural,
y facilitando el acceso a la vivienda.
En una sociedad de progreso y solidaridad como la española,
debemos atender las necesidades y legítimos anhelos de quienes
también desean beneficiarse de nuestro desarrollo. Avanzamos
en la buena dirección, pero aún queda mucho por hacer
en favor de los afectados por la exclusión social, los marginados
y cuantos reclaman disfrutar de mayor igualdad de oportunidades.
Me quiero referir a algunos de los problemas concretos
que deben seguir siendo objeto de nuestra atención preferente.
Acaba de concluir la celebración del "Año
Europeo de la Discapacidad". Ha sido un llamamiento a la sociedad
y a las distintas administraciones para que juntos avancemos hacia la
plena integración del amplio colectivo de ciudadanos que sufre
discapacidad. No podemos desfallecer ante tan noble tarea.
Una tarea conjunta que también hemos de intensificar
en favor del creciente número de personas de edad que merecen
mayor atención, además de nuestro respeto, compañía
y comprensión. Mucho es lo que ya nos han aportado y mucho lo
que les debemos.
Como dije el año pasado debemos seguir reforzando
nuestra solidaridad con aquellos que padecen los efectos devastadores
de la droga y con los menores y mujeres que sufren abusos y malos tratos,
proporcionándoles toda la protección y asistencia necesarias.
Por otro lado, nos corresponde ocuparnos con solidaridad
y responsabilidad de quienes han encontrado en España su nuevo
hogar y contribuyen con su trabajo a nuestro crecimiento. Pongamos remedio
al drama de la inmigración ilegal. Rompen el corazón las
trágicas escenas de muertes producto del tráfico de seres
humanos que abandonan sus países de origen y son víctimas
de unas mafias sobre las que debe caer todo el peso de la ley y una
cooperación internacional más rotunda y efectiva.
Finalmente, seamos cada día mas conscientes
del inmenso patrimonio que representa nuestro entorno natural. La conservación
del medio ambiente ha de constituir una prioridad y sensibilidad de
todos.
Hemos vivido con lógico dolor las muertes y
daños materiales de los incendios del pasado verano. Han puesto
de manifiesto la necesidad de una más estrecha cooperación
y coordinación de todas las capacidades del Estado, Comunidades
Autónomas, Ayuntamientos y ciudadanos, junto al fomento de la
colaboración internacional.
En el plano exterior, nos hallamos en un momento clave
para la construcción europea, factor básico para nuestro
progreso, modernización y cohesión. La ampliación
de la Unión Europea a diez nuevos Estados el próximo mes
de mayo nos abre retos y oportunidades. La aprobación de una
Constitución Europea constituye otra importante prioridad que
España ha respaldado, reclamando al mismo tiempo mantener el
peso relativo que merece en el edificio institucional de la Europa del
futuro.
Estoy convencido de que la propia fuerza del proyecto
europeo permitirá una vez más superar las dificultades
encontradas. Con el debido esfuerzo y voluntad de consenso, podremos
alumbrar una Constitución Europea.
En este fin de año dirigimos un abrazo fraternal
a todos los países y pueblos de la Comunidad Iberoamericana de
Naciones. Nos sentimos solidariamente unidos a ellos en sus avances
y en cuantas dificultades puedan atravesar. El afecto de España
se dirige asimismo a los Estados vecinos del Mediterráneo con
los que deseamos fomentar nuestros lazos, su desarrollo y bienestar.
Nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad merecen
nuestro pleno respaldo por la gran labor que desarrollan en las importantes
misiones internacionales que tienen asignadas. Muchos son los militares
que este año han fallecido en accidentes y por causa de atentados.
Nunca les podremos olvidar. El ejemplo de su entrega y servicio a la
Patria, nos ayudan a soportar el dolor de su desaparición. A
sus familias dedicamos la expresión de nuestro mayor afecto,
respeto y solidaridad.
La Corona confía plenamente en el gran potencial
de avance de España y de los españoles, contando con el
concurso responsable de las distintas fuerzas políticas democráticas
y agentes económicos y sociales, así como de todos los
ciudadanos, dentro del respeto a la Constitución.
El bien de España ha de constituir nuestro mayor
empeño. Disponemos de todos los instrumentos necesarios para
seguir progresando en libertad y unidos en un marco solidario. Debemos
trabajar con tenacidad y codo con codo al servicio del interés
general y de todo aquello que nos une y engrandece. Una responsabilidad
que nos compete a todos, desde los más jóvenes hasta los
de más edad.
La juventud española, cada vez más formada
y prometedora, constituye la mejor garantía de nuestro futuro.
Debemos hacerla participar más en las responsabilidades colectivas.
Debemos trasladarle nuestra experiencia acerca de la generosidad y del
esfuerzo volcados en la construcción de nuestra democracia. Dejarnos
contagiar por su dinamismo y profunda solidaridad, y recabar su compromiso
activo con el modelo de convivencia forjado en torno a nuestra Constitución.
España constituye una rica realidad labrada
durante siglos con gran esfuerzo por nuestros antepasados. Es también
ese gran hogar común, plural y perso que nuestros hijos y nietos
confían sepamos preservar para que las generaciones venideras
puedan seguir disfrutando en su seno de un futuro de paz, libertad y
prosperidad.
Este año, nuestra Familia ha tenido la gran
satisfacción de anunciar el compromiso matrimonial del Príncipe
de Asturias con Doña Letizia Ortiz Rocasolano. Para la Reina
y para mí este compromiso constituye un motivo de gran alegría,
tanto desde el punto de vista familiar como institucional. Agradecemos
las numerosas felicitaciones y muestras de afecto que hemos recibido.
Concluyo ya para reiteraros de corazón mi afecto
más sincero y mi firme compromiso y el de la Corona de seguir
trabajando con ilusión y tesón al servicio de España
y de todos los españoles.
Con ese espíritu, mi Familia y yo deseamos expresar
una vez más a todos los españoles, con especial afecto
a los que se hallan fuera de nuestras fronteras, y también a
los extranjeros residentes en España, nuestros mejores deseos
de felicidad para estas Fiestas, y de paz y prosperidad para el Año
Nuevo.
Buenas noches.
Discurso de Navidad 2002
"Una vez más, quiero subrayar que disponemos
del marco y de los instrumentos necesarios para asegurar la más
estrecha convivencia entre todos y el más pleno desarrollo de
nuestro país."
Me dirijo a todos los españoles para transmitiros, junto con
mi Familia, nuestros mejores deseos en estas fiestas navideñas,
que tanto significado tienen para nosotros.
Quiero dedicar mis primeras palabras a cuantas familias viven momentos
de dolor o de especial dificultad en estas fechas tan entrañables
para todos.
Destacan las numerosas familias, en particular gallegas, que estas Navidades
sufren los daños causados por el accidente del "Prestige".
Junto con el de mi Familia, recibid todo mi afecto. Que todos unidos
seamos capaces de poner fin cuanto antes a esta calamidad.
Durante este año, España ha seguido inmersa en importantes
cambios. El mundo se mueve cada vez más por estímulos
globales.
Necesitamos, por ello, desarrollar nuestra capacidad de adaptación
y de reacción para afrontar con éxito esas transformaciones.
Un país como el nuestro, que ha sabido superar situaciones difíciles
y realizar transformaciones históricas, puede y debe tener plena
confianza en el futuro.
La economía mundial ha venido atravesando dificultades que han
repercutido en numerosos países con los que tenemos importantes
relaciones e intereses. A España no ha dejado de afectarle esta
situación.
Aunque soy consciente de las incertidumbres económicas que aún
llegan a muchos hogares, lo cierto es, sin embargo, que nuestra economía
ha podido amortiguar los efectos de la situación internacional.
Esperemos que pueda registrar pronto una mejora significativa que beneficie
a todas las familias.
Hoy, nuestra sociedad demanda el objetivo compartido de atender derechos
y aspiraciones que, junto a las económicas, hagan de España
un país cada vez más equilibrado y justo, donde los ciudadanos
puedan disfrutar en todos los ámbitos de una mayor calidad de
vida, especialmente en cuanto a oportunidades de empleo, derechos sociales,
educación, formación, y vivienda, una aspiración
particularmente sentida por tantos jóvenes.
Para alcanzar ese objetivo, es siempre importante que el Estado y sus
distintas administraciones públicas puedan contar con el concurso
de las fuerzas políticas, económicas y sociales conforme
al afán colectivo de generosidad y colaboración que distingue
a la sociedad española.
La prosperidad, el buen funcionamiento de las instituciones y la justicia
social son factores destacados en la consecución del bienestar
de la sociedad, que deben estar comprometidos con la conservación
del medio ambiente.
El desastre ocurrido en Galicia nos enseña que ésta debe
ser una de nuestras principales preocupaciones. El medio ambiente constituye
un legado único e irrepetible, fuente de vida y progreso, que
tenemos la obligación de transmitir a las futuras generaciones.
Tenemos otros grandes retos ante nosotros. Unidos no nos faltarán
ni medios ni oportunidades para afrontarlos y superarlos. Me quiero
referir al menos a algunos de ellos.
Debemos redoblar nuestros esfuerzos para ayudar a aquéllos que
sufren los efectos devastadores de la drogodependencia, a las personas
discapacitadas, y a los menores y mujeres que sufren abusos y malos
tratos, proporcionándoles la protección y asistencia necesarias.
Tenemos la fortuna de contar todavía con muchas familias que
tienen a su cargo personas mayores, reforzando con esta relación,
entrañables y ejemplares lazos de afecto, cuyo ejemplo debe guiar
la atención que una sociedad como la nuestra debe prestar a sus
mayores.
Seamos cada vez más solidarios igualmente con aquéllos
que contribuyen a nuestro desarrollo y llegan a nuestro país
en busca de mejores oportunidades económicas y sociales. Recordemos
que también vienen atraídos por nuestra cultura del respeto
a los derechos de la persona y la seguridad jurídica de nuestro
sistema democrático, valores que están llamados a disfrutar,
respetar y asumir en un clima de fructífera convivencia.
Dediquemos aún mayor atención a favorecer y aprovechar
el valioso capital humano que encierra, tanto nuestra juventud, como
quienes acumulan mayor experiencia.
Tenemos una juventud generosa, presente en numerosas ONG.s en todo el
mundo, ayudando a los más necesitados. La misma que en Galicia
está ofreciendo su esfuerzo personal. Esta juventud es nuestra
esperanza y nuestro futuro. Es una juventud preparada y que debe estarlo
mejor cada día. He aquí una gran responsabilidad del Estado
y de la sociedad.
Contamos asimismo con un gran número de ciudadanos de edad con
excelente formación y experiencia. Sería un derroche prescindir
de ese capital humano y de los grandes servicios que pueden prestar.
Una vez más, quiero subrayar que disponemos del marco y de los
instrumentos necesarios para asegurar la más estrecha convivencia
entre todos y el más pleno desarrollo de nuestro país.
La Constitución de 1978, basada en un amplio consenso reflejado
en un gran pacto, logró articular diversidades y superar discrepancias.
Nos ha aportado un modelo equilibrado de convivencia. Nadie puede negarle
este valor, porque su virtud principal ha sido vertebrar a España
como Nación plural, integradora de su rica diversidad, y garantizar
los derechos y libertades de todos los españoles por igual.
El marco constitucional legitima a la sociedad democrática para
combatir toda actividad terrorista, contando con los medios que proporciona
el Estado de Derecho.
No nos cansaremos de decir que el terrorismo no tiene justificación;
es un crimen cobarde y un secuestro de las libertades, que atenta contra
la seguridad y la estabilidad que los ciudadanos reclaman legítimamente.
El terrorismo es rotundamente inmoral.
Provoca un desgarro despiadado en las víctimas y en sus familias,
a las que quiero expresar en estas fechas Mi afecto y el de Mi familia,
y el deseo de que se vean reconfortadas por las pruebas de solidaridad
de todos los españoles de buen corazón.
Mi gratitud profunda a todos los miembros de las fuerzas de seguridad,
que dedican sus vidas a velar por nuestros derechos y libertades.
En el ámbito internacional, la cooperación es hoy indispensable
si queremos reaccionar adecuadamente ante acontecimientos que tienen
lugar no sólo en España sino en el exterior, y que influyen
de forma directa o inmediata a nuestros intereses.
El terrorismo, muchas crisis políticas o económicas, o
situaciones que afectan a nuestra seguridad, que tienen lugar más
allá de nuestras fronteras, incluso en escenarios distantes,
repercuten en nuestra vida diaria.
Dentro de esa nueva dinámica de la acción internacional
de España no quiero dejar de destacar la gran labor al servicio
de la paz que, con tanta eficacia, despliegan nuestras Fuerzas Armadas.
En el ámbito exterior, junto a nuestras relaciones con Iberoamérica
y el Mediterráneo, el desarrollo de la Unión Europea cobra
una importancia creciente para nuestro país.
Este año, en que España ha demostrado por tercera vez
su capacidad y buen hacer al frente de la Presidencia de la Unión
Europea, el proceso de integración ha cubierto nuevos jalones
importantes.
Me refiero, en particular, a la puesta en circulación del Euro
y a la muy reciente decisión histórica de ampliar sustancialmente
la Unión Europea a nuevos Estados. Se trata de un paso decisivo
para la reunificación de nuestro Continente, de notables efectos
para nuestro futuro.
Con la extensión y profundización de la construcción
europea se plantean nuevos retos y se abren importantes oportunidades
que, sin duda, sabremos aprovechar con el pleno respaldo de todas las
instituciones políticas.
Al concluir este año, quiero reiteraros que la Corona seguirá
trabajando con todo su empeño para aunar y aglutinar esfuerzos
en beneficio de todos los españoles. La Corona confía
plenamente en el gran potencial de España y de todos y cada uno
de sus ciudadanos.
A todos los españoles, con especial afecto a los que os encontráis
fuera de nuestras fronteras, y a todos los extranjeros residentes en
España, Feliz Navidad, paz y bienestar para el año próximo.
Buenas noches.
Discurso de Navidad 2001
"España asumirá la Presidencia de la Unión durante
el primer semestre del año y, con esa responsabilidad, haremos todos
los esfuerzos necesarios para hacer avanzar los intereses comunes europeos."
Buenas noches.
Quisiera iniciar este breve y tradicional mensaje con el sincero deseo,
que comparte toda mi Familia, de que la celebración de esta fiesta de
la Navidad, tan significativa para nosotros los cristianos, sea para
todos vosotros tiempo de felicidad y ocasión de alegría.
En este año que está a punto de finalizar, España ha seguido disfrutando
de un alto grado de prosperidad y estabilidad. Entiendo que es bueno
y oportuno destacarlo.
A pesar de las circunstancias menos favorables en que se han desenvuelto
las economías occidentales, la economía española ha podido seguir creciendo,
asegurando así el desarrollo y la expansión del bienestar en nuestro
país.
Tan importante es continuar trabajando por el progreso económico como
mantener y consolidar un amplio espíritu de consenso sobre los principios
y valores democráticos que rigen nuestra convivencia. Para cumplir con
nuestros deberes ciudadanos no debemos olvidar la necesidad de procurar
la justicia y el progreso social como valores irrenunciables y propios
de la sociedad democrática que disfrutamos.
A lo largo de estas últimas décadas, los españoles hemos hecho mucho
por nosotros mismos y hemos dado cauce también a los impulsos de solidaridad
con los demás que han estado siempre presentes en nosotros. Con limitaciones,
pero también con indiscutible voluntad de superarlas, hemos conseguido
entre todos hacer de España una sociedad cada vez más libre, más igualitaria
y justa, más equilibrada, tolerante y generosa.
Esa es la senda por la que debemos y queremos seguir transitando: la
que enaltece los valores universales de defensa y promoción de los derechos
fundamentales de la persona; la que procura el bien común desde la convicción
de que el bienestar individual debe ir unido al bienestar colectivo;
la que fomenta el respeto y el aprecio por los otros y por sus ideas,
aunque sean distintas de las nuestras; la que considera la paz indisolublemente
unida a la libertad y a la justicia; la que lamenta como propio el sufrimiento
ajeno y trabaja generosamente para aliviarlo.
Nuestra sociedad tiene ante sí un desafío reciente, como es el de la
inmigración, al que hemos de hacer frente con la fortaleza que nos dan
los valores que acabo de mencionar. Somos un pueblo que sabe apreciar
el inmenso valor de ser acogido con justicia, respeto y afecto, y que
sabe también lo penoso que resulta unir al dolor de la separación de
la familia y de la patria el rechazo social o la discriminación laboral.
Los poderes públicos tienen sus deberes y obligaciones, pero también
debemos asumirlos cada uno de nosotros, incluidos los inmigrantes, así
como facilitar las medidas necesarias para resolver los problemas y
potenciar los beneficios que entraña la inmigración.
Este año que ahora termina ha abierto una nueva etapa en la historia
del mundo. Los espantosos atentados terroristas del 11 de septiembre
en Estados Unidos, de una magnitud y condición nunca vistas hasta ahora,
han sacudido la conciencia de la humanidad y han trastocado muchos de
los presupuestos sobre los que basábamos el modo de vida de nuestras
sociedades y el modelo de relaciones internacionales vigente.
La reacción de la comunidad internacional ha mostrado de manera clamorosa
su decisión de impedir que, en el futuro, puedan ejercer su tiranía
quienes creen que la violencia y el terror son instrumentos válidos
para imponer sus propias ideas y para ahogar la libertad de quienes
no las comparten.
Estamos seguros de que estos trágicos acontecimientos propiciarán un
entendimiento más cabal del peligro que el terrorismo entraña para la
civilización y sus valores y fortalecerán, en consecuencia, los mecanismos
de cooperación internacional para combatir a quienes lo practican, lo
apoyan o lo encubren y para aislar a quienes lo justifican o lo defienden.
De hecho, en el ámbito de la Unión Europea se han dado ya en estos últimos
meses pasos muy importantes y concretos en ese sentido.
En España, a lo largo de este año, el terrorismo ha seguido estérilmente
sembrando de sangre nuestra geografía y llenando de sufrimiento a muchas
familias.
Quiero, una vez más, decir a las víctimas del terrorismo y a sus familias
que siempre tendrán, junto a nuestro recuerdo emocionado, nuestro especial
afecto y el de toda la sociedad española, deudora de su sacrificio.
Sepan los terroristas que la sociedad vasca, con el total apoyo del
resto de la sociedad española, nunca permitirá que su libertad y sus
instituciones democráticas sean sustituidas por el totalitarismo excluyente
y reaccionario de unos fanáticos asesinos.
España está participando desde hace más de una década, de manera plena
y activa, en la construcción de la unidad política y económica europea.
Hemos efectuado cambios y llevado a cabo importantes adaptaciones para
ir convergiendo con Europa y, al igual que otros países europeos, hemos
armonizado muchas de nuestras políticas para este ambicioso proyecto.
El próximo 1 de enero entrará en vigor el euro, la moneda común, por
el momento, a doce países europeos, en un paso decisivo e histórico
en esta Unión Europea que deseamos se amplíe pronto a otros países del
continente. España asumirá la Presidencia de la Unión durante el primer
semestre del año y, con esa responsabilidad, haremos todos los esfuerzos
necesarios para hacer avanzar los intereses comunes europeos.
En este año pasado, he querido unir a numerosos españoles a la conmemoración
del 25 aniversario de mi reinado. Mi familia y yo hemos recibido muchas
muestras de afecto de nuestros compatriotas, de los medios de comunicación
y de amplios sectores sociales. A todos ellos, a todos vosotros, deseo
agradeceros vuestro aliento y vuestro respaldo que tanto me anima a
seguir prestando con ilusión mi servicio a España y a los españoles.
Mi familia y yo os damos las gracias.
Que el nuevo año que está a punto de comenzar haga realidad vuestros
proyectos y colme lo mejor de vuestras esperanzas.
Felices Pascuas.
Discurso de Navidad 2000
"Tenemos una buena posición como nación y, desde las
experiencias del pasado, un futuro que construir lleno de oportunidades
y perspectivas positivas. Estos son momentos de ilusión y esperanza"
Queridos compatriotas,
Que mis primeras palabras en esta noche, en que nos reunimos para celebrar
el nacimiento del Hijo de Dios, sean para desearos de todo corazón,
junto con toda mi Familia, una Navidad feliz, alegre y en paz.
Hace poco más de un mes se han cumplido veinticinco años desde que fui
proclamado Rey de España. Con ese motivo, tuve ocasión de trasladaros,
a través de las Cortes y de los medios de comunicación, algunas reflexiones
personales sobre este período de nuestra historia reciente.
Os hablé, desde luego, de mi profundo agradecimiento por el apoyo constante
y las innumerables muestras de afecto que tanto mi Familia como yo hemos
recibido de vosotros, auténticos protagonistas de estos años. Permitidme
que os reitere esta noche, con emoción, mi reconocimiento agradecido.
Os hablé también de mi vocación de ser valedor fiel de los derechos
y libertades de todos los españoles, y su primer servidor. Esta vocación,
os lo aseguro, sigue hoy intacta y más robustecida si cabe que hace
veinticinco años.
También evoqué en mi intervención ante las Cortes el 22 de noviembre
pasado mi satisfacción, que creo compartir con la inmensa mayoría de
vosotros, por lo que hemos logrado hacer en estos años con el esfuerzo
de todos. Creo sinceramente que hemos dejado atrás muchas de las cosas
que tanto nos han dividido y que explican tantos males del pasado.
La prosperidad de España
España es hoy un país económicamente fuerte, con una dinámica de progreso
que abre horizontes alentadores a capas cada vez más amplias de la población.
España es hoy un país socialmente más justo, en el que la riqueza está
más distribuída y en el que la protección social forma parte de sus
valores reconocidos.
Como dije recientemente, entender la unidad nacional en la diversidad
solidaria y justa ha sido el gran hallazgo de este último cuarto de
siglo, que ha hecho a España más compleja pero, por eso mismo, más auténtica,
más vital y más creativa.
Hoy vivimos en una democracia que podemos considerar plena y madura.
La libertad de la que disfrutamos es el resultado de haber sido capaces
de entender nuestra nación desde su pluralidad y a sus individuos como
personas con derechos fundamentales que han de ser reconocidos y protegidos
por las leyes. La firme determinación de asentar los valores democráticos,
unida a la actitud constructiva, al respeto mutuo y a la voluntad de
concordia de la sociedad española y de sus representantes, nos ha permitido
resolver muchos problemas que han afectado en el pasado a nuestra convivencia.
Solidaridad con las víctimas del terrorismo
Hoy, desgraciadamente, pervive el fenómeno inhumano del terrorismo,
expresión del fanatismo más cruel y negación de los derechos humanos
y de los valores de libertad y convivencia. Pervive, pero no sobrevivirá,
os lo aseguro. Veremos su fin y para ello sigue siendo imprescindible
el compromiso y la unidad de todas las fuerzas democráticas y la firmeza
de todos en la defensa sin fisuras de nuestro Estado de Derecho y de
los valores en los que se asienta.
Tenemos una buena posición como nación y, desde las experiencias del
pasado, un futuro que construir lleno de oportunidades y perspectivas
positivas. Estos son momentos de ilusión y esperanza. Todavía quedan
muchos objetivos que alcanzar y el proyecto de una nación no termina,
sino que continúa animado por el esfuerzo y la energía colectiva de
los que la componen.
En estos días navideños, el espíritu de fraternidad debe acercarnos
a los que han tenido menos oportunidades de progreso, a aquellos que
sufren la enfermedad o la marginación social, a los débiles y desprotegidos.
Es el momento de reforzar nuestra convicción de que hay que seguir luchando
por corregir y resolver muchas de las causas que producen males sociales,
que no podemos aceptar como problemas sin solución. Son estos días de
Navidad fechas en las que la familia se reúne y los lazos familiares
se refuerzan.
Es por ello que, en esta noche de manera muy especial, tengo un recuerdo
cargado de cariño hacia las víctimas del terrorismo y sus familias.
No puedo nunca, y menos hoy, olvidar su sufrimiento ni dejar de compartir
la ausencia que están sintiendo. Su sacrificio es para todos nosotros
una deuda de gratitud que debemos honrar con nuestro afecto y nuestra
solidaridad permanentes.
Deseo a los compatriotas que viven y trabajan fuera de nuestras fronteras,
a los pueblos hermanos de Iberoamérica y a todos los pueblos amigos,
paz y prosperidad para el año que entra. Y a todos vosotros, españoles,
inmigrantes que compartís con nosotros vuestro trabajo, esfuerzo e ilusiones,
y extranjeros que habéis elegido vivir entre nosotros, os deseo todo
lo mejor y que este año nuevo os depare bienestar y felicidad.
Buenas noches.
Familia Real de España
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