DISCURSOS DE NAVIDAD




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  • Discurso de Navidad 2004

    Una sociedad abierta, madura y moderna como la española, una democracia estable como la nuestra, necesita mantener instituciones sólidas y debidamente apoyadas, así como fomentar los planteamientos integradores.
    Los españoles piden que sigamos construyendo juntos y con la misma ilusión, una España mejor cada día.



    Todos los años espero este momento con gran ilusión, pues me permite dirigirme a vosotros en la Nochebuena y desearos de corazón, junto a mi Familia, paz, alegría y prosperidad.

    Nuestro mayor afecto y comprensión se dirigen, en particular, a quienes sufren por cualquier causa en estas fechas tan emotivas y familiares.

    Unos sentimientos que, junto a nuestra cercanía, apoyo y solidaridad, deseamos expresar muy especialmente a los familiares de las víctimas de los abominables atentados terroristas del pasado once de marzo y a cuantos heridos causó esa enorme tragedia.

    Aquel día toda España lloró con rabia y dolor, de forma unida y solidaria, a sus ciento noventa y dos ciudadanos que tan brutalmente perdieron la vida.

    Dedicamos un emocionado homenaje a todas las víctimas del terrorismo y a sus familias que merecen nuestra mayor entrega.

    Nuestros corazones siempre permanecerán ligados a su memoria. Su recuerdo, y el sufrimiento de tantos heridos, nos deben llevar a reforzar nuestra unidad para acabar con el terrorismo, con sus intolerables asesinatos, amenazas y extorsiones, desde la fortaleza del Estado de Derecho y la cooperación internacional. Contamos para ello con la abnegada labor de la Justicia y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que se entregan día y noche -y esta noche también- a la defensa de nuestros derechos y libertades.

    Estos días de Navidad son propicios para la reflexión serena y constructiva.

    No podemos mirar hacia delante sin antes recordar cómo hemos logrado construir la España plural y diversa que hoy disfrutamos.

    En poco más de una generación, con gran esfuerzo, de manera responsable y generosa, los españoles hemos forjado el más largo período de convivencia democrática y crecimiento de nuestra Historia.

    Como dije hace poco más de un año, las profundas transformaciones vividas por España no hubieran sido posibles, ni tampoco lo serían hoy en día, sin la estabilidad política, social y económica que asegura la vigencia y el respeto de nuestra Constitución.

    Veintiséis años de estabilidad y prosperidad en democracia es, sin embargo, un periodo corto, comparado con el vivido por las Naciones más avanzadas de nuestro entorno.

    Tenemos la responsabilidad de consolidar y ampliar lo que juntos hemos conseguido.

    Estoy convencido de la voluntad y capacidad de los españoles para seguir trabajando en dicha dirección.

    En esa tarea, la Corona no escatimará esfuerzos. Siempre alentará y preservará la unión solidaria de las diversas tierras de España; trabajará con tenacidad para armonizar intereses, moderar y arbitrar el funcionamiento de las Instituciones, y fomentar el interés general por encima de ambiciones particulares.

    Mantengamos los principios y valores de nuestra Constitución y el preciado consenso en que se basa.

    Tras las elecciones generales del pasado mes de marzo, se abría una nueva Legislatura y un Gobierno era relevado por otro de distinto signo político, ambos guiados por el afán de servir leal y eficazmente a España.

    La alternancia política es siempre escenario de nuevos proyectos y debates. Debatir es algo propio del buen funcionamiento de toda democracia. Las diferencias políticas deben resolverse con prudencia, buscando la concordia y el interés colectivo, dentro del respeto a la Constitución.

    Una sociedad abierta, madura y moderna como la española, una democracia estable como la nuestra, necesita mantener instituciones sólidas y debidamente apoyadas, así como fomentar los planteamientos integradores.

    Los españoles piden que sigamos construyendo juntos y con la misma ilusión, una España mejor cada día.

    Un país socialmente más justo, que crezca en bienestar individual y colectivo, con más y mejor empleo, mayor seguridad ciudadana, y más amplias prestaciones sanitarias y sociales.

    También demandan viviendas asequibles, un entorno natural protegido y un creciente esfuerzo investigador.

    Una España que asegure la efectiva igualdad de derechos y oportunidades para todos, la plena equiparación de hombres y mujeres, y una justicia con recursos para ser más ágil y eficiente.

    Al mismo tiempo, la sociedad española reclama erradicar las causas de pobreza, marginación y exclusión social, proteger y asistir a menores y discapacitados, y proporcionar a nuestros mayores la atención y amparo que merecen.

    Destinemos los mejores esfuerzos contra la droga y sus efectos devastadores y colaboremos para reducir los accidentes de circulación que tantas muertes y heridos provocan. Miles de voluntarios, en éstos y en otros campos, nos dan el ejemplo de su generosa labor al servicio de los demás.

    Valoremos el trabajo de los inmigrantes venidos a nuestro país en busca de mejores condiciones de vida, y que contribuyen a nuestro desarrollo económico y social.

    Deseo expresar mi reconocimiento a las familias españolas. Constituyen un soporte básico para transmitir nuestra identidad, cultura y tradiciones, así como valores éticos, morales o religiosos, conforme a sus creencias. El futuro de España requiere una sustancial mejora de los niveles educativos de sus hijos, lo que reclama la estrecha y respetuosa cooperación entre autoridades, padres, profesores y alumnos.

    España se juega su seguridad y bienestar, en buena medida, fuera de nuestras fronteras. Trabajemos unidos para desarrollar nuestras relaciones internacionales pues, al sumar fuerzas, fortalecemos la credibilidad y eficacia de nuestra política exterior en la defensa de nuestros intereses.

    Dirigimos nuestro reconocimiento y gratitud a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, Cuerpos de Seguridad, Servicio Exterior y Cooperantes que, lejos de sus familias, trabajan al servicio de la paz, la cooperación y el bienestar de tantos países en el mundo.

    Damos nuestra más cordial bienvenida a los diez nuevos Estados que este año se incorporaron a la Unión Europea. El próximo año se inicia con la ratificación del Tratado que establece una Constitución para Europa. Como españoles y como europeos, debemos abordar con altura de miras las oportunidades y responsabilidades que dicho Tratado nos plantea.

    La Cumbre Iberoamericana de Salamanca, a celebrar los días 14 y 15 de octubre de 2005, nos permitirá reforzar nuestros lazos con la Naciones hermanas del otro lado del Atlántico. Un mes más tarde, el 29 de noviembre, los países mediterráneos y europeos se reunirán en la Ciudad Condal en una Cumbre del Proceso de Barcelona. Deseamos ayudar leal y eficazmente al logro de la paz en Oriente Medio.

    Me llena de orgullo la ilusión colectiva de los españoles ante los grandes acontecimientos culturales o deportivos que se celebran en España. Hemos acogido con gran alegría la designación de Valencia para la Copa América de Vela 2007 y la más reciente elección de Zaragoza para la Exposición Internacional de 2008. Iniciamos un año marcado, entre otros eventos, por el Cuarto Centenario de El Quijote y por los Juegos Mediterráneos de Almería. Ahora debemos trabajar codo con codo en favor de la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012.

    España, como Nación labrada durante siglos por nuestros antepasados, es la tierra a la que pertenecemos y el hogar común que, progresivamente, hemos ido mejorando. Una tierra que encierra un cúmulo de riquezas históricas, artísticas, culturales y lingüísticas, así como tradiciones y valores, que debemos proteger y promover.

    Servir al bien de España y de todos los españoles, es el norte que inspira la labor de la Corona. Una labor que me estimula a diario y por la que siempre estaré dispuesto a entregar lo mejor de mí mismo para poder dejar un país aún mejor a las generaciones venideras. Una labor, además, con la que los Príncipes de Asturias sellaron un firme compromiso de continuidad con motivo de su enlace.

    Tenemos un país envidiable, capaz de alcanzar nuevas metas si ponemos la voluntad y los medios necesarios para ello, desde el respeto a nuestras normas de convivencia democrática.

    Al ser España nuestra patria común, todos debemos contribuir con ilusión, desde el entendimiento y la concordia, a asegurar su futuro.

    A todos los españoles, especialmente a quienes os encontráis fuera de nuestras fronteras y a los extranjeros que residís con nosotros, todo mi afecto y mis mejores deseos de felicidad para esta Navidad, y de paz y bienestar para el Año Nuevo.

    Buenas noches.

    Discurso de Navidad 2003

    España es hoy un Estado abierto, moderno, dinámico, integrado en la Unión Europea y plenamente capaz de afrontar con éxito las transformaciones que nos plantea el mundo en que vivimos. Unidos no nos faltará la capacidad necesaria para mantener el progreso, la paz y seguridad que entre todos hemos conseguido.



    Como todos los años, me acerco a vuestros hogares, en estos entrañables momentos de la Nochebuena, para transmitiros mi afecto y compartir con todos vosotros unos momentos de reflexión.

    Mi Familia se une a mí para desearos de corazón, a todos y a cada uno de los españoles, una muy feliz Navidad en compañía de vuestros seres más queridos.

    Nuestro más profundo afecto se dirige esta noche a quienes padecen dolor o especiales dificultades personales, familiares o laborales que sólo deseamos puedan ser pronto superadas.

    Nuestra gratitud hacia todos aquellos que, con su sacrificado trabajo, aseguran en estas Fiestas, y en todo momento, nuestra seguridad, salud y bienestar.

    Que en el año nuevo 2004 sigamos avanzando juntos por la senda de la paz, la estabilidad, la libertad y la prosperidad de que disfrutamos y que, con tanto esfuerzo, hemos alcanzado.

    Acabamos de conmemorar el Vigésimo Quinto Aniversario de nuestra Norma Fundamental, el cimiento básico sobre el que descansa nuestra convivencia. Con tal motivo, tuve la oportunidad de subrayar en las Cortes el valor sustancial de nuestra Constitución, fruto del más amplio consenso nunca alcanzado entre los españoles, que ha sido la clave de nuestra modernización, y es la base de nuestro actual progreso.

    Sin la estabilidad política, social y económica que nos proporcionan el respeto y vigencia de nuestra Constitución, no podría explicarse lo mucho que hemos avanzado, y el grado de bienestar de que disfruta la sociedad española.

    Gracias a nuestra Norma Fundamental, España constituye una realidad de libertad y progreso en común para cuantos la integramos dentro del respeto a nuestra rica pluralidad y diversidad. Para afrontar con éxito nuestro porvenir, tenemos que preservar unidos los valores, reglas, principios y el espíritu integrador de nuestra Constitución, que deben regir nuestra vida pública y el funcionamiento de nuestras instituciones.

    Quienes amamos la paz y la democracia, tenemos contraída una impagable deuda de afecto, respeto y solidaridad con las víctimas del terrorismo y con sus familias. Además de perseguir el terrorismo con firmeza desde el Estado de Derecho y la cooperación internacional, trabajemos juntos para poner fin a sus amenazas y coacciones, y ganemos así el futuro mejor que todos merecemos.

    España es hoy un Estado abierto, moderno, dinámico, integrado en la Unión Europea y plenamente capaz de afrontar con éxito las transformaciones que nos plantea el mundo en que vivimos. Unidos no nos faltará la capacidad necesaria para mantener el progreso, la paz y seguridad que entre todos hemos conseguido.

    Este año España ha seguido creciendo. Debemos mantener ese rumbo animados por una visión solidaria del progreso económico, mejorando las condiciones de vida de todos, perfeccionando la protección social y la cobertura sanitaria, reforzando el empleo y el potencial de nuestro sistema educativo y cultural, y facilitando el acceso a la vivienda.

    En una sociedad de progreso y solidaridad como la española, debemos atender las necesidades y legítimos anhelos de quienes también desean beneficiarse de nuestro desarrollo. Avanzamos en la buena dirección, pero aún queda mucho por hacer en favor de los afectados por la exclusión social, los marginados y cuantos reclaman disfrutar de mayor igualdad de oportunidades.

    Me quiero referir a algunos de los problemas concretos que deben seguir siendo objeto de nuestra atención preferente.

    Acaba de concluir la celebración del "Año Europeo de la Discapacidad". Ha sido un llamamiento a la sociedad y a las distintas administraciones para que juntos avancemos hacia la plena integración del amplio colectivo de ciudadanos que sufre discapacidad. No podemos desfallecer ante tan noble tarea.

    Una tarea conjunta que también hemos de intensificar en favor del creciente número de personas de edad que merecen mayor atención, además de nuestro respeto, compañía y comprensión. Mucho es lo que ya nos han aportado y mucho lo que les debemos.

    Como dije el año pasado debemos seguir reforzando nuestra solidaridad con aquellos que padecen los efectos devastadores de la droga y con los menores y mujeres que sufren abusos y malos tratos, proporcionándoles toda la protección y asistencia necesarias.

    Por otro lado, nos corresponde ocuparnos con solidaridad y responsabilidad de quienes han encontrado en España su nuevo hogar y contribuyen con su trabajo a nuestro crecimiento. Pongamos remedio al drama de la inmigración ilegal. Rompen el corazón las trágicas escenas de muertes producto del tráfico de seres humanos que abandonan sus países de origen y son víctimas de unas mafias sobre las que debe caer todo el peso de la ley y una cooperación internacional más rotunda y efectiva.

    Finalmente, seamos cada día mas conscientes del inmenso patrimonio que representa nuestro entorno natural. La conservación del medio ambiente ha de constituir una prioridad y sensibilidad de todos.

    Hemos vivido con lógico dolor las muertes y daños materiales de los incendios del pasado verano. Han puesto de manifiesto la necesidad de una más estrecha cooperación y coordinación de todas las capacidades del Estado, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y ciudadanos, junto al fomento de la colaboración internacional.

    En el plano exterior, nos hallamos en un momento clave para la construcción europea, factor básico para nuestro progreso, modernización y cohesión. La ampliación de la Unión Europea a diez nuevos Estados el próximo mes de mayo nos abre retos y oportunidades. La aprobación de una Constitución Europea constituye otra importante prioridad que España ha respaldado, reclamando al mismo tiempo mantener el peso relativo que merece en el edificio institucional de la Europa del futuro.

    Estoy convencido de que la propia fuerza del proyecto europeo permitirá una vez más superar las dificultades encontradas. Con el debido esfuerzo y voluntad de consenso, podremos alumbrar una Constitución Europea.

    En este fin de año dirigimos un abrazo fraternal a todos los países y pueblos de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Nos sentimos solidariamente unidos a ellos en sus avances y en cuantas dificultades puedan atravesar. El afecto de España se dirige asimismo a los Estados vecinos del Mediterráneo con los que deseamos fomentar nuestros lazos, su desarrollo y bienestar.

    Nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad merecen nuestro pleno respaldo por la gran labor que desarrollan en las importantes misiones internacionales que tienen asignadas. Muchos son los militares que este año han fallecido en accidentes y por causa de atentados. Nunca les podremos olvidar. El ejemplo de su entrega y servicio a la Patria, nos ayudan a soportar el dolor de su desaparición. A sus familias dedicamos la expresión de nuestro mayor afecto, respeto y solidaridad.

    La Corona confía plenamente en el gran potencial de avance de España y de los españoles, contando con el concurso responsable de las distintas fuerzas políticas democráticas y agentes económicos y sociales, así como de todos los ciudadanos, dentro del respeto a la Constitución.

    El bien de España ha de constituir nuestro mayor empeño. Disponemos de todos los instrumentos necesarios para seguir progresando en libertad y unidos en un marco solidario. Debemos trabajar con tenacidad y codo con codo al servicio del interés general y de todo aquello que nos une y engrandece. Una responsabilidad que nos compete a todos, desde los más jóvenes hasta los de más edad.

    La juventud española, cada vez más formada y prometedora, constituye la mejor garantía de nuestro futuro. Debemos hacerla participar más en las responsabilidades colectivas. Debemos trasladarle nuestra experiencia acerca de la generosidad y del esfuerzo volcados en la construcción de nuestra democracia. Dejarnos contagiar por su dinamismo y profunda solidaridad, y recabar su compromiso activo con el modelo de convivencia forjado en torno a nuestra Constitución.

    España constituye una rica realidad labrada durante siglos con gran esfuerzo por nuestros antepasados. Es también ese gran hogar común, plural y perso que nuestros hijos y nietos confían sepamos preservar para que las generaciones venideras puedan seguir disfrutando en su seno de un futuro de paz, libertad y prosperidad.

    Este año, nuestra Familia ha tenido la gran satisfacción de anunciar el compromiso matrimonial del Príncipe de Asturias con Doña Letizia Ortiz Rocasolano. Para la Reina y para mí este compromiso constituye un motivo de gran alegría, tanto desde el punto de vista familiar como institucional. Agradecemos las numerosas felicitaciones y muestras de afecto que hemos recibido.

    Concluyo ya para reiteraros de corazón mi afecto más sincero y mi firme compromiso y el de la Corona de seguir trabajando con ilusión y tesón al servicio de España y de todos los españoles.

    Con ese espíritu, mi Familia y yo deseamos expresar una vez más a todos los españoles, con especial afecto a los que se hallan fuera de nuestras fronteras, y también a los extranjeros residentes en España, nuestros mejores deseos de felicidad para estas Fiestas, y de paz y prosperidad para el Año Nuevo.

    Buenas noches.


    Discurso de Navidad 2002

    "Una vez más, quiero subrayar que disponemos del marco y de los instrumentos necesarios para asegurar la más estrecha convivencia entre todos y el más pleno desarrollo de nuestro país."



    Me dirijo a todos los españoles para transmitiros, junto con mi Familia, nuestros mejores deseos en estas fiestas navideñas, que tanto significado tienen para nosotros.

    Quiero dedicar mis primeras palabras a cuantas familias viven momentos de dolor o de especial dificultad en estas fechas tan entrañables para todos.

    Destacan las numerosas familias, en particular gallegas, que estas Navidades sufren los daños causados por el accidente del "Prestige". Junto con el de mi Familia, recibid todo mi afecto. Que todos unidos seamos capaces de poner fin cuanto antes a esta calamidad.
    Durante este año, España ha seguido inmersa en importantes cambios. El mundo se mueve cada vez más por estímulos globales.

    Necesitamos, por ello, desarrollar nuestra capacidad de adaptación y de reacción para afrontar con éxito esas transformaciones. Un país como el nuestro, que ha sabido superar situaciones difíciles y realizar transformaciones históricas, puede y debe tener plena confianza en el futuro.

    La economía mundial ha venido atravesando dificultades que han repercutido en numerosos países con los que tenemos importantes relaciones e intereses. A España no ha dejado de afectarle esta situación.

    Aunque soy consciente de las incertidumbres económicas que aún llegan a muchos hogares, lo cierto es, sin embargo, que nuestra economía ha podido amortiguar los efectos de la situación internacional. Esperemos que pueda registrar pronto una mejora significativa que beneficie a todas las familias.

    Hoy, nuestra sociedad demanda el objetivo compartido de atender derechos y aspiraciones que, junto a las económicas, hagan de España un país cada vez más equilibrado y justo, donde los ciudadanos puedan disfrutar en todos los ámbitos de una mayor calidad de vida, especialmente en cuanto a oportunidades de empleo, derechos sociales, educación, formación, y vivienda, una aspiración particularmente sentida por tantos jóvenes.

    Para alcanzar ese objetivo, es siempre importante que el Estado y sus distintas administraciones públicas puedan contar con el concurso de las fuerzas políticas, económicas y sociales conforme al afán colectivo de generosidad y colaboración que distingue a la sociedad española.

    La prosperidad, el buen funcionamiento de las instituciones y la justicia social son factores destacados en la consecución del bienestar de la sociedad, que deben estar comprometidos con la conservación del medio ambiente.

    El desastre ocurrido en Galicia nos enseña que ésta debe ser una de nuestras principales preocupaciones. El medio ambiente constituye un legado único e irrepetible, fuente de vida y progreso, que tenemos la obligación de transmitir a las futuras generaciones.

    Tenemos otros grandes retos ante nosotros. Unidos no nos faltarán ni medios ni oportunidades para afrontarlos y superarlos. Me quiero referir al menos a algunos de ellos.

    Debemos redoblar nuestros esfuerzos para ayudar a aquéllos que sufren los efectos devastadores de la drogodependencia, a las personas discapacitadas, y a los menores y mujeres que sufren abusos y malos tratos, proporcionándoles la protección y asistencia necesarias.

    Tenemos la fortuna de contar todavía con muchas familias que tienen a su cargo personas mayores, reforzando con esta relación, entrañables y ejemplares lazos de afecto, cuyo ejemplo debe guiar la atención que una sociedad como la nuestra debe prestar a sus mayores.

    Seamos cada vez más solidarios igualmente con aquéllos que contribuyen a nuestro desarrollo y llegan a nuestro país en busca de mejores oportunidades económicas y sociales. Recordemos que también vienen atraídos por nuestra cultura del respeto a los derechos de la persona y la seguridad jurídica de nuestro sistema democrático, valores que están llamados a disfrutar, respetar y asumir en un clima de fructífera convivencia.

    Dediquemos aún mayor atención a favorecer y aprovechar el valioso capital humano que encierra, tanto nuestra juventud, como quienes acumulan mayor experiencia.

    Tenemos una juventud generosa, presente en numerosas ONG.s en todo el mundo, ayudando a los más necesitados. La misma que en Galicia está ofreciendo su esfuerzo personal. Esta juventud es nuestra esperanza y nuestro futuro. Es una juventud preparada y que debe estarlo mejor cada día. He aquí una gran responsabilidad del Estado y de la sociedad.

    Contamos asimismo con un gran número de ciudadanos de edad con excelente formación y experiencia. Sería un derroche prescindir de ese capital humano y de los grandes servicios que pueden prestar.

    Una vez más, quiero subrayar que disponemos del marco y de los instrumentos necesarios para asegurar la más estrecha convivencia entre todos y el más pleno desarrollo de nuestro país.

    La Constitución de 1978, basada en un amplio consenso reflejado en un gran pacto, logró articular diversidades y superar discrepancias.

    Nos ha aportado un modelo equilibrado de convivencia. Nadie puede negarle este valor, porque su virtud principal ha sido vertebrar a España como Nación plural, integradora de su rica diversidad, y garantizar los derechos y libertades de todos los españoles por igual.

    El marco constitucional legitima a la sociedad democrática para combatir toda actividad terrorista, contando con los medios que proporciona el Estado de Derecho.

    No nos cansaremos de decir que el terrorismo no tiene justificación; es un crimen cobarde y un secuestro de las libertades, que atenta contra la seguridad y la estabilidad que los ciudadanos reclaman legítimamente. El terrorismo es rotundamente inmoral.

    Provoca un desgarro despiadado en las víctimas y en sus familias, a las que quiero expresar en estas fechas Mi afecto y el de Mi familia, y el deseo de que se vean reconfortadas por las pruebas de solidaridad de todos los españoles de buen corazón.

    Mi gratitud profunda a todos los miembros de las fuerzas de seguridad, que dedican sus vidas a velar por nuestros derechos y libertades.

    En el ámbito internacional, la cooperación es hoy indispensable si queremos reaccionar adecuadamente ante acontecimientos que tienen lugar no sólo en España sino en el exterior, y que influyen de forma directa o inmediata a nuestros intereses.

    El terrorismo, muchas crisis políticas o económicas, o situaciones que afectan a nuestra seguridad, que tienen lugar más allá de nuestras fronteras, incluso en escenarios distantes, repercuten en nuestra vida diaria.

    Dentro de esa nueva dinámica de la acción internacional de España no quiero dejar de destacar la gran labor al servicio de la paz que, con tanta eficacia, despliegan nuestras Fuerzas Armadas.

    En el ámbito exterior, junto a nuestras relaciones con Iberoamérica y el Mediterráneo, el desarrollo de la Unión Europea cobra una importancia creciente para nuestro país.

    Este año, en que España ha demostrado por tercera vez su capacidad y buen hacer al frente de la Presidencia de la Unión Europea, el proceso de integración ha cubierto nuevos jalones importantes.

    Me refiero, en particular, a la puesta en circulación del Euro y a la muy reciente decisión histórica de ampliar sustancialmente la Unión Europea a nuevos Estados. Se trata de un paso decisivo para la reunificación de nuestro Continente, de notables efectos para nuestro futuro.

    Con la extensión y profundización de la construcción europea se plantean nuevos retos y se abren importantes oportunidades que, sin duda, sabremos aprovechar con el pleno respaldo de todas las instituciones políticas.

    Al concluir este año, quiero reiteraros que la Corona seguirá trabajando con todo su empeño para aunar y aglutinar esfuerzos en beneficio de todos los españoles. La Corona confía plenamente en el gran potencial de España y de todos y cada uno de sus ciudadanos.

    A todos los españoles, con especial afecto a los que os encontráis fuera de nuestras fronteras, y a todos los extranjeros residentes en España, Feliz Navidad, paz y bienestar para el año próximo.

    Buenas noches.

    Discurso de Navidad 2001

    "España asumirá la Presidencia de la Unión durante el primer semestre del año y, con esa responsabilidad, haremos todos los esfuerzos necesarios para hacer avanzar los intereses comunes europeos."



    Buenas noches.

    Quisiera iniciar este breve y tradicional mensaje con el sincero deseo, que comparte toda mi Familia, de que la celebración de esta fiesta de la Navidad, tan significativa para nosotros los cristianos, sea para todos vosotros tiempo de felicidad y ocasión de alegría.

    En este año que está a punto de finalizar, España ha seguido disfrutando de un alto grado de prosperidad y estabilidad. Entiendo que es bueno y oportuno destacarlo.

    A pesar de las circunstancias menos favorables en que se han desenvuelto las economías occidentales, la economía española ha podido seguir creciendo, asegurando así el desarrollo y la expansión del bienestar en nuestro país.

    Tan importante es continuar trabajando por el progreso económico como mantener y consolidar un amplio espíritu de consenso sobre los principios y valores democráticos que rigen nuestra convivencia. Para cumplir con nuestros deberes ciudadanos no debemos olvidar la necesidad de procurar la justicia y el progreso social como valores irrenunciables y propios de la sociedad democrática que disfrutamos.

    A lo largo de estas últimas décadas, los españoles hemos hecho mucho por nosotros mismos y hemos dado cauce también a los impulsos de solidaridad con los demás que han estado siempre presentes en nosotros. Con limitaciones, pero también con indiscutible voluntad de superarlas, hemos conseguido entre todos hacer de España una sociedad cada vez más libre, más igualitaria y justa, más equilibrada, tolerante y generosa.

    Esa es la senda por la que debemos y queremos seguir transitando: la que enaltece los valores universales de defensa y promoción de los derechos fundamentales de la persona; la que procura el bien común desde la convicción de que el bienestar individual debe ir unido al bienestar colectivo; la que fomenta el respeto y el aprecio por los otros y por sus ideas, aunque sean distintas de las nuestras; la que considera la paz indisolublemente unida a la libertad y a la justicia; la que lamenta como propio el sufrimiento ajeno y trabaja generosamente para aliviarlo.

    Nuestra sociedad tiene ante sí un desafío reciente, como es el de la inmigración, al que hemos de hacer frente con la fortaleza que nos dan los valores que acabo de mencionar. Somos un pueblo que sabe apreciar el inmenso valor de ser acogido con justicia, respeto y afecto, y que sabe también lo penoso que resulta unir al dolor de la separación de la familia y de la patria el rechazo social o la discriminación laboral. Los poderes públicos tienen sus deberes y obligaciones, pero también debemos asumirlos cada uno de nosotros, incluidos los inmigrantes, así como facilitar las medidas necesarias para resolver los problemas y potenciar los beneficios que entraña la inmigración.

    Este año que ahora termina ha abierto una nueva etapa en la historia del mundo. Los espantosos atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, de una magnitud y condición nunca vistas hasta ahora, han sacudido la conciencia de la humanidad y han trastocado muchos de los presupuestos sobre los que basábamos el modo de vida de nuestras sociedades y el modelo de relaciones internacionales vigente.

    La reacción de la comunidad internacional ha mostrado de manera clamorosa su decisión de impedir que, en el futuro, puedan ejercer su tiranía quienes creen que la violencia y el terror son instrumentos válidos para imponer sus propias ideas y para ahogar la libertad de quienes no las comparten.

    Estamos seguros de que estos trágicos acontecimientos propiciarán un entendimiento más cabal del peligro que el terrorismo entraña para la civilización y sus valores y fortalecerán, en consecuencia, los mecanismos de cooperación internacional para combatir a quienes lo practican, lo apoyan o lo encubren y para aislar a quienes lo justifican o lo defienden. De hecho, en el ámbito de la Unión Europea se han dado ya en estos últimos meses pasos muy importantes y concretos en ese sentido.

    En España, a lo largo de este año, el terrorismo ha seguido estérilmente sembrando de sangre nuestra geografía y llenando de sufrimiento a muchas familias.

    Quiero, una vez más, decir a las víctimas del terrorismo y a sus familias que siempre tendrán, junto a nuestro recuerdo emocionado, nuestro especial afecto y el de toda la sociedad española, deudora de su sacrificio.

    Sepan los terroristas que la sociedad vasca, con el total apoyo del resto de la sociedad española, nunca permitirá que su libertad y sus instituciones democráticas sean sustituidas por el totalitarismo excluyente y reaccionario de unos fanáticos asesinos.

    España está participando desde hace más de una década, de manera plena y activa, en la construcción de la unidad política y económica europea. Hemos efectuado cambios y llevado a cabo importantes adaptaciones para ir convergiendo con Europa y, al igual que otros países europeos, hemos armonizado muchas de nuestras políticas para este ambicioso proyecto. El próximo 1 de enero entrará en vigor el euro, la moneda común, por el momento, a doce países europeos, en un paso decisivo e histórico en esta Unión Europea que deseamos se amplíe pronto a otros países del continente. España asumirá la Presidencia de la Unión durante el primer semestre del año y, con esa responsabilidad, haremos todos los esfuerzos necesarios para hacer avanzar los intereses comunes europeos.

    En este año pasado, he querido unir a numerosos españoles a la conmemoración del 25 aniversario de mi reinado. Mi familia y yo hemos recibido muchas muestras de afecto de nuestros compatriotas, de los medios de comunicación y de amplios sectores sociales. A todos ellos, a todos vosotros, deseo agradeceros vuestro aliento y vuestro respaldo que tanto me anima a seguir prestando con ilusión mi servicio a España y a los españoles. Mi familia y yo os damos las gracias.

    Que el nuevo año que está a punto de comenzar haga realidad vuestros proyectos y colme lo mejor de vuestras esperanzas.

    Felices Pascuas.


    Discurso de Navidad 2000

    "Tenemos una buena posición como nación y, desde las experiencias del pasado, un futuro que construir lleno de oportunidades y perspectivas positivas. Estos son momentos de ilusión y esperanza"



    Queridos compatriotas,

    Que mis primeras palabras en esta noche, en que nos reunimos para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, sean para desearos de todo corazón, junto con toda mi Familia, una Navidad feliz, alegre y en paz.

    Hace poco más de un mes se han cumplido veinticinco años desde que fui proclamado Rey de España. Con ese motivo, tuve ocasión de trasladaros, a través de las Cortes y de los medios de comunicación, algunas reflexiones personales sobre este período de nuestra historia reciente.

    Os hablé, desde luego, de mi profundo agradecimiento por el apoyo constante y las innumerables muestras de afecto que tanto mi Familia como yo hemos recibido de vosotros, auténticos protagonistas de estos años. Permitidme que os reitere esta noche, con emoción, mi reconocimiento agradecido.

    Os hablé también de mi vocación de ser valedor fiel de los derechos y libertades de todos los españoles, y su primer servidor. Esta vocación, os lo aseguro, sigue hoy intacta y más robustecida si cabe que hace veinticinco años.

    También evoqué en mi intervención ante las Cortes el 22 de noviembre pasado mi satisfacción, que creo compartir con la inmensa mayoría de vosotros, por lo que hemos logrado hacer en estos años con el esfuerzo de todos. Creo sinceramente que hemos dejado atrás muchas de las cosas que tanto nos han dividido y que explican tantos males del pasado.

    La prosperidad de España

    España es hoy un país económicamente fuerte, con una dinámica de progreso que abre horizontes alentadores a capas cada vez más amplias de la población.

    España es hoy un país socialmente más justo, en el que la riqueza está más distribuída y en el que la protección social forma parte de sus valores reconocidos.

    Como dije recientemente, entender la unidad nacional en la diversidad solidaria y justa ha sido el gran hallazgo de este último cuarto de siglo, que ha hecho a España más compleja pero, por eso mismo, más auténtica, más vital y más creativa.

    Hoy vivimos en una democracia que podemos considerar plena y madura. La libertad de la que disfrutamos es el resultado de haber sido capaces de entender nuestra nación desde su pluralidad y a sus individuos como personas con derechos fundamentales que han de ser reconocidos y protegidos por las leyes. La firme determinación de asentar los valores democráticos, unida a la actitud constructiva, al respeto mutuo y a la voluntad de concordia de la sociedad española y de sus representantes, nos ha permitido resolver muchos problemas que han afectado en el pasado a nuestra convivencia.

    Solidaridad con las víctimas del terrorismo

    Hoy, desgraciadamente, pervive el fenómeno inhumano del terrorismo, expresión del fanatismo más cruel y negación de los derechos humanos y de los valores de libertad y convivencia. Pervive, pero no sobrevivirá, os lo aseguro. Veremos su fin y para ello sigue siendo imprescindible el compromiso y la unidad de todas las fuerzas democráticas y la firmeza de todos en la defensa sin fisuras de nuestro Estado de Derecho y de los valores en los que se asienta.

    Tenemos una buena posición como nación y, desde las experiencias del pasado, un futuro que construir lleno de oportunidades y perspectivas positivas. Estos son momentos de ilusión y esperanza. Todavía quedan muchos objetivos que alcanzar y el proyecto de una nación no termina, sino que continúa animado por el esfuerzo y la energía colectiva de los que la componen.

    En estos días navideños, el espíritu de fraternidad debe acercarnos a los que han tenido menos oportunidades de progreso, a aquellos que sufren la enfermedad o la marginación social, a los débiles y desprotegidos. Es el momento de reforzar nuestra convicción de que hay que seguir luchando por corregir y resolver muchas de las causas que producen males sociales, que no podemos aceptar como problemas sin solución. Son estos días de Navidad fechas en las que la familia se reúne y los lazos familiares se refuerzan.

    Es por ello que, en esta noche de manera muy especial, tengo un recuerdo cargado de cariño hacia las víctimas del terrorismo y sus familias. No puedo nunca, y menos hoy, olvidar su sufrimiento ni dejar de compartir la ausencia que están sintiendo. Su sacrificio es para todos nosotros una deuda de gratitud que debemos honrar con nuestro afecto y nuestra solidaridad permanentes.

    Deseo a los compatriotas que viven y trabajan fuera de nuestras fronteras, a los pueblos hermanos de Iberoamérica y a todos los pueblos amigos, paz y prosperidad para el año que entra. Y a todos vosotros, españoles, inmigrantes que compartís con nosotros vuestro trabajo, esfuerzo e ilusiones, y extranjeros que habéis elegido vivir entre nosotros, os deseo todo lo mejor y que este año nuevo os depare bienestar y felicidad.

    Buenas noches.

    Familia Real de España




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