SIMEÓN DE BULGARIA
El Rey en el exilio
Tengo 62 años. Nací en Sofia, Bulgaria, pero hace 50 años que vivo exiliado en Madrid. Soy Géminis. Estudié Ciencias Políticas y Derecho. Estoy casado con Margarita Gómez-Acebo desde 1962 y tengo cinco hijos: Kardam, Kyril, Kubrat, Konstantin y Kalina. Mi ideología política es sacar lo mejor de cada una. Soy ortodoxo "Yo no pediré a mis hijos que reinen" Qué es ser rey en el exilio? -Un rey sin corona es una figura entre patética y grotesca, pero es un oficio de por vida. Sé que no debo nada a nadie y eso es un sosiego, pero desde niño me inculcaron el amor hacia mi patria. Usted fue coronado con seis años... -Por eso me siento tan viejo, empecé demasiado joven a ser adulto. ¿Se siente uno rey a esa edad? -Estaba preparado para ello, pero tomé conciencia cuando vi que los oficiales llevaban mis iniciales en sus hombreras. ¿Se arrepiente de algo? -A diario. ¿Recibe mensajes de los ciudadanos de Bulgaria? -¿Le enseño el horror de mi despacho? Millones de cartas. Para muchos, "el hombre de Madrid" es la solución a los problemas. ¿Y qué hace por ellos? -Parte de mis ingresos los destino a la gente de mi país: ayuda sanitaria, becas para estudiar... La gente que estudia es el mayor capital de un país. ¿Por qué es tan bueno? -Si no me llamara Simeón de Bulgaria, no me sentiría obligado. Además, en mi tierra, todos piensan que el rey es rico. ¿Lo es? -Pregunte a mis hijos, le dirán que han recibido pocos regalos de su padre, porque todo lo que puedo apartar va para Bulgaria. El 93% de los búlgaros votó la república. -Casi el 94%, después de haber sido un pueblo monárquico durante trece siglos. ¿No le parece increíble que todo un pueblo estuviera a favor de un régimen desconocido? ¿Cree que las urnas fueron manipuladas? -Un pueblo ocupado por la Unión Soviética, con miles de fusilados y controlado por la policía... ¿Volverá la monarquía a su país? -Desde aquí trabajo por mi país y creo que soy útil. Pero acabo de cumplir 62 años, y volver no es una opción que pueda tentar a un ser racional como yo. Lo haría si así lo quisiera la mayoría porque es mi deber. Para mis hijos, el sucederme únicamente lo contemplaría si yo estuviera reinando. ¿Sólo entonces? -Sí, nos han tenido exiliados cincuenta años y ellos han hecho su vida aquí como personas corrientes. Yo no puedo pedirles eso. ¿Cómo se ha sentido ahora que ha podido volver de turista a su país? -Por desgracia, allí no soy el ciudadano Simeón. Eso me hubiera permitido disfrutar de mi país, pero cualquier acto o palabra que digo se intenta utilizar. ¿Cuál fue la sensación? -Todavía no lo he digerido. Durante estos años se ha amontonado mucha basura sobre nosotros, y ver que millones de personas confían todavía ha sido como ratificar ese dicho de mi país: "La sangre no se hace agua". Pero no fui político, no aproveché la situación para decir: "Marchemos sobre Sofia". Eso también es político. -Sí, pero yo tengo claro que no se puede jugar con la gente. Hay que ser práctico, muchos comunistas son gente muy capacitada y hay que contar con ellos. ¿Cómo explicaría la guerra de Yugoslavia a sus nietos? -A la mayor, que tiene cinco años, le diría: "Mira, antes de la guerra las cosas no estaban muy bien, ¿cómo crees que están ahora?". ¿Y qué le contestaría? -"Abuelo, si no te das cuenta de que están mucho peor ahora, es que estás ciego." Cuando se empieza algo hay que medir las consecuencias. A nosotros esta guerra nos ha aislado y tengo miedo. ¿Miedo? -Miedo de que nuestra joven democracia se desmorone si no recibimos algún apoyo, porque los viejos nostálgicos están encantados con la situación: "¡Ahí tenéis vuestra OTAN, comeos ahora la democracia!". ¿Y si su nieta le preguntara quiénes son los malos? -Le diría que los términos absolutos no existen, que hay buenos y malos en todas partes, pero que el error es no tener en cuenta el sufrimiento de la gente. Yo no tengo ambiciones políticas y disfruto del privilegio de poder dialogar con cualquiera. ¿Es el comunismo un error histórico? -No, ha tenido su época. El que no confiese que de joven creía que era una gran idea esconde la verdad. ¿Usted también? -Los que lo hemos vivido y todavía lo estamos pagando sabemos que ha sido un desastre económico e intelectual. En Bulgaria todavía sobreviven el rumor y la mentira e incluso el miedo. ¿Ha entrado la mafia en Bulgaria? -Sí, hay cantidad de sinvergonzones. Durante cincuenta años no había moral ni religión, había materialismo dialéctico y el pueblo está débil. Existe por desgracia el crimen organizado, y no sólo de origen búlgaro. Usted tiene fama de ser un gran hombre de negocios. Déme un consejo. -Acumule experiencia y acepte los consejos. Escuchando se consigue mucho más que siendo agresivo y se duerme mejor. ¿Se siente querido? -Por el entorno familiar, pero hay mucha gente que no me puede ver y me gustaría explicarle que no soy su enemigo. ¿Cuál ha sido el día más triste? -Durante cincuenta años he tragado muchos sapos y culebras y prefiero no sacarlos de la memoria. Podría decirle que el día más triste fue aquel que me echaron de Bulgaria, pero le mentiría, yo tenía nueve años y para mí salir de viaje era toda una aventura. Entrevista en La Vanguardia 10-VII-1999, por Ima Sanchís |